Por alguna razón, esperaba algo más. Valeria T1 me gustó así asá, pero la T2 me encantó. Y ahí es donde me engatusaron. 

 

“En los últimos años, en ese curioso proceso de «hacerse mayor», había aprendido a no quedarme en sitios en los que no me apetecía estar, así que levanté la mirada, le di un trago a mi refresco, lo dejé en el borde del pozo ornamental en el que estábamos apoyados y decidí… que me iba. No tenía ninguna necesidad ni obligación de estar allí, mirando a la cara al tío que más daño me había hecho… y al que más había querido. Un recordatorio con patas de lo que no supe hacer, de lo que aguanté sin merecer y de los planes que ya no existían.”

 

Dicen que existen los bebé trampa. Cuando tienes uno y son tan tranquilos que decides tener más y luego lo lamentas porque el nuevo bebé te absorbe la existencia y la vida. Pues esto me ha pasado con la bilogía Sílvia y la saga Valeria y la bilogía Fuimos canciones. No me voy a extender, porque no vengo a hablar de ellos directamente. Solo decir que: echo de menos a Sílvia y Valeria. Sé que no podemos vivir del pasado, pero tampoco es necesario abandonarlo del todo, ¿no? Mi relación con Fuimos Canciones y Seremos recuerdos es un poco peculiar: me gustó, pero no me encantó, me costó engancharme muchísimo, y luego había partes que no podía parar de leer. El final se me hizo pesado, pero en general la sensación no fue mala. Aún y así, cuando alguien me pregunta por Elísabet Benavent, no los recomiendo de primeras.
Pero vamos al meollo de la cuestión: yo tenía esperanzas y han jugado con mis sentimientos. El pasado 26 de septiembre se estrenó «Fuimos canciones» en Netflix y mi único pensamiento era: «no me acaba de cuadrar el reparto (y eso que no había visto a Jimena ni Adri…) pero creo que pueden haber hecho algo chulo«.
 
Cuando antaño en nuestra adolescencia empezaron a dividir libros en dos películas nos echábamos las manos a la cabeza porque significaba serle infiel a la unidad de acto y había que sumarle el desembolso extra por nuestros ya de por sí pobres bolsillos de jovenzuel@s para ir a ver no una, sino dos películas. Totalmente innecesario.
Por fin, en 2021, nuestras plegarias han sido escuchadas y han unido una bilogía en una sola película. Spoiler: lo han hecho mal.
 
La bilogía tiene un total de 1.070 páginas y resulta que Benavent ha hecho algo más: les ha dado más protagonismo a las personajes secundarias. Adri y Jimena son igual de imprescindibles en la historia que Macarena, la que lleva el hilo conductor de la historia. Sus vivencias son tanto o más profundas que las de Maca y realmente son dignas de ser contadas. Y Maca, con una profesión interesante a la que la autora saca mucho jugo y cuya relación con el personaje masculino de turno, Leo, es intensísima, con un montón de claroscuros,  es una maravilla.
 
Pero…¡sorpresa! La película, la esperada película, ha sido toda una decepción.
 
El pasado de Maca y Leo carece de profundidad y parece que todo surge de un instalove adolescente y que acaba en capricho por parte de Maca, se le resta importancia y se muestra como un amor superficial y sin matices. Ya ni hablamos del componente familiar que es súper importante, ni de las circunstancias que envuelven a los protagonistas cuando se separan. Lo único que se medio retrata bien es la calidad del trabajo de Maca y tampoco, ya que hasta Pipa, la «antagonista», tiene también una historia que contar que para nada se cuenta en la película. Así también el personaje de Raquel, a quien en el libro adoras a más no poder y en la película aparece sin pena ni gloria. 
Por otro lado, centrándonos en las amigas de Maca, Adri pasa por una encrucijada vital, vitalísima, por la cual en la película se pasa de puntitas, que ya es decir. Recoge la esencia, pero para nada que ver con su historia de verdad. En la película Adri parece frívola, irreflexiva y espontánea (pero de las malas), cuando es una chica que las pasa canutas. 
Lo de Jimena es de otro mundo, literalmente, ya que está obsesionada con que su amor adolescente fallecido va a reencarnarse y lo busca desesperadamente en los chicos a los que conoce. Samuel, el sujeto con importancia en cuanto a la parte de la historia de Jimena, que juega un papel inicialmente pensado para ser crucial (y no sólo pasando por la historia propia, sino también la del propio Samuel), pasa a simple ser un pelele en la película, a estar un un absoluto segundo o tercer plano y Maca y Adri y se montan un rollo para quitarle de la cabeza a Jimena a su difunto novio (cortesía de la marca Netflix) y se quedan tan anchos. Y la historia de Jimena da para muchísimo. 
Fatal, si es que no le encuentro nada bueno. La película ha hecho que me gustaran más los libros, eso sí.
 
Lo que más me cabrea es que después de tantísimo mal cambio el discurso feminista se ha ido por las ramas hasta el extremo que pierde todo el sentido. Los libros también lo tienen, mucho más meditado y coherente. La película nos presenta a una Maca poco reflexiva, superficial y para nada se parece al personaje creado por Benavent. Incluso lo único que podía tener bueno, está mal. 
 
Sinceramente, era una bilogía para ejecutarla en, al menos, mini serie de tres o cuatro capítulos. no más. O dos películas más cortas. Podría haber sido genial. Podrían haberlo explicado todo. Podrían haber profundizado (porque no lo han hecho lo más mínimo) en todas las historias y en el trasfondo, en vez de quedarse en un intento. Mucha modernidad, mucho de la protagonista hablarle a la cámara, mucho feminismo y empoderamiento que estaría muy bien, pero que en este caso, como la historia está mal contada, todo adquiere una incoherencia brutal.
 
Estoy profundamente decepcionada y ahora vivo con el miedo a que pongan el ojo encima a la bilogía Silvia. Por favor, Netfilx, vete a jugar a otra parte. Y Elísabet, si por alguna gracia divina llegaras a leer estas palabras: te adoro, todas te adoramos, así que no dejes que destrocen tus libros, por favor.