La Ciudad de Vapor – Carlos Ruiz Zafón
Seguramente esta sea la reseña más triste que escriba este año. Y posiblemente la más triste de los venideros. He terminado el último libro de Zafón. No es el último que me faltaba por leer, pues aún me queda Las luces de septiembre, pero aún y así no he podido evitar sentir un vacío enorme. ¡Empecemos!
SOBRE EL LIBRO
Autor: Carlos Ruiz Zafón
Editorial: Planeta
Año: 2020
Páginas: 216
¿Es una serie? No.
ISBN: 8408235001
SINOPSIS
Un muchacho decide hacerse escritor al descubrir que sus invenciones le regalan un rato más de interés por parte de la niña rica que le ha robado el corazón. Un arquitecto huye de Constantinopla con los planos de una biblioteca inexpugnable. Un extraño caballero tienta a Cervantes para que escriba un libro como no ha existido jamás. Y Gaudí, navegando hacia una misteriosa cita en Nueva York, se deleita con la luz y el vapor, la materia de la que deberían estar hechas las ciudades.
El eco de los grandes personajes y motivos de las novelas de El Cementerio de los Libros Olvidados resuena en los cuentos de Carlos Ruiz Zafón ―reunidos por primera vez, y algunos de ellos inéditos― en los que prende la magia del narrador que nos hizo soñar como nadie.
RESEÑA
Pocas cosas hay que me gusten tanto como leer. Muy pocas. Y una de ellas es Barcelona. Es quizá por eso que creo que Zafón caló tan hondo en mi. El Cementerio de los Libros Olvidados es una oda a Barcelona. A todo lo que fue, a todo lo que pudo ser y a lo que no fue pero perfectamente pudo haber sido. Zafón amaba Barcelona y construyó para ella un mundo paralelo en el cual ha hecho soñar a millones de lectores y aunque cosechó muchísimo éxito, creo que nunca supo a ciencia cierta lo que sus libros significaban para muchos de nosotros.
La Ciudad de Vapor recoge algunos de los relatos ya publicados de Zafón como Rosa de fuego, El Príncipe de Parnaso o Gaudí en Manhattan, sin duda mis tres favoritos y siguiéndoles muy de cerca La mujer de vapor. Para mí, estos cuatro relatos recogen perfectamente la esencia —haciéndome eco de las palabras del editor del libro, Émile de Rosiers Castellaine— zafoniana.
Leer de nuevo a Zafón me ha transportado a esa cálida atmósfera cargada de ironía y crítica a la sociedad más conservadora de Barcelona —y por extensión, de España—. Los primeros tres títulos, Blanca y el adiós, Sin nombre y Una señorita de Barcelona no se habían publicado aún en ningún medio y si bien todos tenían esa magia que conecta los relatos con la tetralogía principal de Zafón, me costó más conectar con ellos. Sin perder la singularidad, Zafón nos relata un recuerdo de David Martín, el nacimiento tortuoso del narrador y la desgraciada vida de Laia que encuentra el amor en el lugar menos sospechado. Todas historias de Barcelona, pero carentes de esa magia tan característica de Zafón que dan paso a verdaderas obras maestras: Rosa de fuego, El Príncipe de Parnaso, Gaudí en Manhattan y La Mujer de Vapor, entrelazados con dos relatos menores en comparación pero maravillosos a su vez: Leyenda de Navidad, Alicia, al Alba, Hombres de gris y Apocalipsis en dos minutos.
Con los cuatro primeros nos reencontramos con el Zafón de siempre, el Zafón de La Sombra del Viento, envuelto de magia, misterio, dejando la naturaleza humana al descubierto y llevándonos de forma insospechada a reencontrarnos con algunos personajes y sagas familiares que conocemos muy bien y que acogemos con emotividad. Y también personajes que nunca se me hubiera ocurrido ubicar en las novelas de Zafón. Pero ahí están. Porque era el único que podía hacerlo.
Nunca dejará de sorprenderme la capacidad, la facilidad y la magistralidad que Zafón tiene para coger una historia o un personaje, buscarle los vacíos, retorcerla y devolverla a la vida en una historia creíble y plausible, creando anécdotas de una Barcelona antigua que quieres —y necesitas— creer.
En cuanto al resto de relatos, los identifico con una escritura más alejada del primer libro de la saga, a pesar de que no se escribieron mucho tiempo después, y se acercan más a un Zafón de El Laberinto de los Espíritus. Menos de ese Zafón romántico-gótico-mágico pero más del Zafón del misterio, la tristeza y la desazón en un mundo que nunca cambia, escriba sobre el tiempo que escriba.
Es también me sigue fascinando la facilidad de adaptación al vocabulario según la época sobre la que escribe, acercándolo al público de forma evidente pero no incomprensible para cualquier lector, así como la facilidad para crear un entramado de palabras que hacen que el estilo sea tan suyo, frases recargadas, interminablemente largas y un tanto retorcidas pero atractivas y transportadoras.
Mi relato favorito, sin duda, ha sido Rosa de fuego, que nos trae el mismísimo origen del Cementerio de los Libros Olvidados y hace del lugar un sitio aún más real. ¿Cuántas veces habremos soñado con traspasar esa puerta y encontrarnos a Isaac tras ella, guiándonos entre los pasillos y perdiéndonos en el laberinto?
Tuve la grandísima suerte de «conocer» a Zafón en una firma de Sant Jordi, para cuando se publicó El Prisionero del Cielo. Para entonces sólo pude comprarme una edición de bolsillo y no me atreví a llevar un ejemplar de La Sombra del Viento. Me prometí que a la próxima lo llevaría. Ahora nunca podrá ser. No pensaba que escribir esta reseña iba a ser tan complicado. Nunca ninguna historia —o más bien, ningún autor— me había calado tan hondo. Me doy cuenta de lo triste que me pone pensar que nunca podremos soñar con volver a atravesar las puertas del laberinto de libros con unos nuevos ojos y que no volveré a sentir un escalofrío cuando, por sorpresa, la trama decida volverse terrorífica, ni a enamorarme de los personajes más reales que he encontrado jamás.
Ojalá que allá donde estés, estés rodeado de toda la magia que una vez nos diste y que te llevaste contigo un 19 de junio de 2020.